Durante décadas los anticoagulantes orales han sido la solución más efectiva para prevenir la formación de coágulos, en personas que sufren de fibrilación auricular y otras patologías¹ que las vuelven propensas a sufrir un accidente cerebrovascular o ACV.

Uno de los grandes beneficios de estos medicamentos es que tienen la capacidad de reducir casi en un 60% la posibilidad de formación de un coágulo y por ende salvar la vida de las personas que sufren de fibrilación auricular. Además su costo es razonable en comparación a otros medicamentos o tratamientos².

Sin embargo, a pesar de sus grandes beneficios para la salud, podemos encontrar también que estos medicamentos requieren de un control médico recurrente, ya que su dosis puede variar. Así mismo, la persona que los consume debe cuidarse de actividades físicas fuertes y situaciones que lo lleven a lastimarse ya que aumentan el sangrado y cualquier golpe podría complicarse³.

De igual forma los anticoagulantes orales requieren de una alimentación especializada, ya que no se llevan muy bien con algunos alimentos⁴.

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